·Cayó la noche, todo está tranquilo, la música relajante
japonesa resuena por los jardines repletos de árboles coloridos… Dos amigas que
están de vacaciones ahí se encuentran tiradas en el césped mirando las
estrellas y a la luna reflejada en el agua del pantano que hay debajo del gran
puente de piedra. Se siente una brisa bastante agradable, las dos cierran los ojos a la vez y piensan lo
mismo; en nada… Solamente se concentran en que sus mentes se queden en blanco. Ese
momento lo intentan disfrutar lo mejor posible. Todas las preocupaciones que
tenían antes han desaparecido, y parece como si estuviesen flotando, no sienten
sus cuerpos, no sienten nada, solamente la música y el roce de la hierba.
Perciben una voz, la voz de la naturaleza, las llama, les encanta ese
sonido,… De repente, se detiene la música artificial y consiguen escuchar la
melodía natural, la limpia, la que no se puede parar, la más dulce de las
voces, la que se puede oír sin necesidad de esfuerzo, solamente en el silencio.
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